En cuanto lo veo se me enrosca un bicho en el estómago. “Deja eso, vamos a jugar con mis juguetes”, me dice cuando se acerca. “No quiero…” . Y las palabras se mueren en mi boca, el bicho sube, me aprieta la garganta, se enrosca en mi lengua. Voy a vomitar. Pero ya no puedo, su juguete, como dice él, llena mi boca. Respira muy fuerte y antes de irse me repite “Buena chica, ya sabes, este juego es secreto…” ¡¡Quiero gritar, gritar, gritar!!, pero hoy, como ayer, el bicho y el asco y el miedo no me dejan.